domingo, 22 de junio de 2008

La lechuza

Domingo, 22:44 hs. Ya comí, ya me bañé, ya hice todo lo que tenía que hacer para mañana.
Siempre me ando quejando de dormir poco, de estar cansada, de tener sueño. Vivo reclamándole a mi mamá que nunca nos vamos a dormir temprano; pero no, la que no se va a dormir temprano soy yo.
¿Por qué no me voy a dormir ahora? No sé, pero me resulta imposible ir a la cama sin dar vueltas. De repente me agarra hambre, me dan ganas de escribir... La causa es lo de menos, siempre encuentro alguna excusa, ya sea original y novedosa o esúpida e inútil, que me impide concluir mi jornada. El punto es no ir a acostarme.
No sé por qué tengo esa manía, costumbre, hábito; no sabría cómo llamarlo. Es todo un problema, no puedo manejarlo. No entiendo si se debe simplemente a un incremento de energías a estas horas o a un deseo de que no termine el día, pero lo que sé es que seguro que si decido contar hasta tres e irme a dormir de una vez por todas, voy a descubrir que tengo que solucionar alguna otra cosa antes.
En fin, ahora son las 23:06 y veo que esto no me lleva a nada; sólo escribo un texto que a la vez me está sirviendo de excusa para no irme a la cama y dejarme de dar vueltas.
Así que chau, me voy a no dormir...

1 comentario:

from j ap an dijo...

me pasa lo mismo (o de hecho, creo que siempre fue así, desde chicas nos acostábamos a eso de las 12).
te veo el viernes, qué inmensa alegría