sábado, 5 de julio de 2008

Anónimo

Cada vez que decido me siento vivo. En cada decisión se fue forjando mi identidad e integrando mi vida. Todo lo que estudié, leí, ensayé, experimenté, fracasé y amé me han marcado y expresan hasta cierto punto lo que soy; pero lo que soy queda claro en mis decisiones, paridas tantas veces con el dolor de la inseguridad, gozadas otras tantas al calor de la esperanza. Me siento vivo al elegir el camino día a día, al rechazar alternativas y marcar rutas. Escoger es vivir y decidirse es definirse. Yo soy, en definitiva, lo que mis decisiones son. Siento que la madurez me abraza cada vez que elijo ser responsable de mi libertad y hago una elección. Nunca soy yo, más yo, que cuando me paro en medio de la vida, lanzo mi mirada al horizonte, examino cada posibilidad, peso cada valor, acaricio lo que mi historia amasó en mí, intuyo dónde mi corazón palpita, escucho la voz que me impulsa irremediablemente hacia delante, pongo el pie en el camino y hago huella en cada meta. Elegir sin esclavitudes es la esencia de una vida con sentido.
El camino se define por sus curvas. La madurez de mi vida, por mis decisiones.
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No sé quién escribió eso. Me lo trajo hace un ratito mi mamá, en un papelito fotocopiado, mal recortado y arrugado. Me dijo "Leélo"; y expresa tan perfectamente todo lo que me pasa últimamente que quise copiarlo acá. Gracias, má.

viernes, 4 de julio de 2008

La cucharada estrecha

Un fama descubrió que la virtud era un microbio redondo y lleno de patas. Instantáneamente dio a beber una gran cucharada de virtud a su suegra. El resultado fue horrible: esta señora renunció a sus comentarios mordaces, fundó un club para la protección de alpinistas extraviados, y en menos de dos meses se condujo de manera tan ejemplar que los defectos de su hija, hasta entonces inadvertidos, pasaron a primer plano con gran sobresalto y estupefacción del fama. No le quedó más remedio que dar una cucharada de virtud a su mujer, la cual lo abandonó esa misma noche por encontrarlo grosero, insignificante, y en un todo diferente de los arquetipos morales que flotaban rutilando ante sus ojos.
El fama lo pensó largamente, y al final se tomó un frasco de virtud. Pero lo mismo sigue viviendo solo y triste. Cuando se cruza en la calle con su suegra o su mujer, ambos se saludan respetuosamente y desde lejos. No se atreven ni siquiera a hablarse, tanta es su respectiva perfección y el miedo que tienen de contaminarse.

Julio Cortázar

martes, 1 de julio de 2008

Manitos a la obra

Increíble y a la vez maravilloso que ayudar a otra persona te ayude tanto a vos,
hermoso poder hacer reir y reirte,
indescriptible la felicidad de estar jugando con esos chicos
e inigualable la sensación de que no quieran que te vayas.
¡Hasta el próximo lunes!

domingo, 29 de junio de 2008

Me siento mucho mejor

No sé más qué hacer, no sé qué decir;
cuando tenías que estar, te echaste a reir.
Lo que hiciste en mí no tiene perdón.
Y ahora sé que me siento mucho más fuerte
sin tu amor.