sábado, 7 de junio de 2008

Pogo

jueves, 5 de junio de 2008

Pasado, presente, futuro

A pesar de que casi siempre los recuerdos de la infancia traen aparejado un dejo de melancolía, me gusta acordarme de las cosas que hacía, decía o que pasaron cuando yo era chica. Darme cuenta de cómo voló el tiempo, de las cosas que quedaron atrás, especular con cómo hubiese sido algo si yo actuaba de otra manera y hasta reirme de los amores pasados a veces me dejan esa sensación de no querer que el tiempo siga pasando.
Ahora, haciendo un repaso por algunas partes de mi niñez, se me vienen a la mente muchas cosas: cómo me vestía, la música que escuchaba, qué me gustaba hacer, la escuela, los amigos. Y claro, en este momento en lo primero que pienso de mi infancia es en el período entre los 9 y los 12 años, el tiempo que estuve en la escuela Leopoldo Lugones. Fueron tiempos raros, muchos cambios y bastantes cosas feas, pero también tantas buenas, que alcanzan no sólo para compensar, sino también para superar todo lo malo.
Recreos, juegos, figuritas, excursiones, cumpleaños, almuerzos, meriendas, salidas, pijama-parties, bailes, maestros, chicos, peleas. Son innumerables las imágenes que se apilan en mi cabeza, pero no es por eso que estoy pensando en la Lugones. Pienso en la escuela de Juramento y Cereti porque es ahí donde, el primer día de 4° grado, conocí a Emily, una chica que era nueva igual que yo. Ella, que con sus chistes y sus risas me alegró hasta en los momentos más tristes y me hizo sentir acompañada y respaldada cuando todos me hacían sentir lo contrario, es mi amiga de la infancia. Ella, que me hacía unas cartitas hermosas y me invitaba a su casa a dormir, es la responsable de mis recuerdos más lindos y anécdotas más graciosas. Ella, que se instalaba en mi casa todo el fin de semana (admito que yo también lo hacía en la suya), es una de las personas más indispensables en mi vida; porque aunque nos veamos muy poco, con suerte tres veces por año, hablamos casi a diario para mantenernos al tanto de nuestras vidas y, cuando no es así, nunca falta un "Te extraño" o un "Te gabeo chuchi" por mensajito.
Emily, simplemente te amo y no hace ni falta que te diga la importancia que tenés para mi persona. Creo que alcanza con decirte que sos mi pasado, sos mi presente y mi futuro, también.

miércoles, 4 de junio de 2008

Vamos y venimos, desde primer año hasta ahora siempre fue así.
Nos llevamos bien, nos llevamos mal. No nos separamos, no nos soportamos.
Nos peleamos, nos amamos, pero siempre juntos.
Cuando las cosas con ustedes están bien, yo estoy bien.
Estos son buenos tiempos, que duren.
Los amo.
Me quedé pensando en una charla que tuve ayer con alguien que me dijo que estaba mal porque sentía que de todos los amigos que supuestamente tenía, sólo dos o tres eran de verdad, porque creía que la gente es falsa y porque no entendía a las mujeres.
A esta altura ya aprendimos que no todos nuestros supuestos amigos son incondicionales y muchos de ellos dicen cosas que no nos gustan a nuestras espaldas. Cuando nos enteramos de esas cosas o cuando nos damos cuenta de que no eran como nosotros pensábamos, lógicamente nos sentimos mal, pero hay que verle el lado positivo. Cuando eso pasa, primero que nada, ya sabemos que esa persona nos puede hacer pasar ratos lindos, pero no nos sirve como amigo y, lo más importante, aprendemos a valorar un poco más a aquellos que sí nos quieren de verdad.
Que la gente es falsa no es novedad, hay de todo en todos lados, pero lo bueno es poder diferenciar entre los que queremos cerca y los que no y, principalmente, decidir cómo queremos ser nosotros.
No entender a las mujeres es algo de lo que muchos se hacen cargo. Yo tampoco entiendo a las mujeres, ni a los hombres... y mucho menos me entiendo a mí, por eso no me quejo. No es una cuestión de entender, es simplemente estar bien. Estar bien con uno mismo para después poder estar bien con los demás; y si hay alguien que te hace estar particularmente bien no hay que entender nada, hay que sentirse bien y punto.
No es muy difícil dar esas reglas para la vida pero ¿yo las cumplo? Tengo que admitir que no voy por la vida pensando cómo estoy haciendo las cosas, dudando de las personas que me rodean y planteándome si todos mis supuestos amigos me valoran y me hacen bien. Mucho menos me guío simplemente por estar bien. Pero creo que realmente sé quienes me quieren y a quienes puedo llamar "mis amigos". Esos no son a los que quiero tener cerca todo el tiempo, son a los que quiero tener cerca cuando no me siento cómoda con nadie o cuando tengo ganas de llorar. Son a los que extraño a todo momento, de los que no tolero no saber nada y los que me contagian su alegría cuando están bien y su tristeza cuando están mal. Son los que hacen que cuando me pongo a pensar en lo importantes que son para mí, me agarre una cosa en la panza y no pueda creer que ocupen un lugar tan grande dentro de una persona tan chiquita como yo.
Y no importa si se cuentan con manos y pies, con las dos manos, con una mano sola o si necesitamos simplemente dos o tres dedos para enumerarlos, lo importante es saber que, sean cuantos sean, están ahí.

lunes, 2 de junio de 2008

Creciste

Este último tiempo me pasó de todo. Muchos cambios, muchas decisiones, muchas cosas nuevas, cosas no tan nuevas que vuelven a aparecer, algunos miedos. Suele pasar: te pasa una y te pasan todas.
En esos casos es común cambiar de humor fácilmente, pelearse con medio mundo, unirse mucho a algunas personas, estar angustiada constantemente, deprimirse, sentirse sola, llorar...
Y de repente te das cuenta de que no estás tan sola, te sorprendés contándole tus problemas a alguien con quien nunca te hubieses imaginado que ibas a hablar, que te da visiones nuevas de las cosas. De repente te estás riendo con tus amigos, cambiás la música triste por una que te obliga a cantar y a moverte. De repente volvés a tener ese tiempo, del cual te quejabas no tener, y elegís salir en vez de quedarte dándole mil vueltas a las cosas, preferís ver una linda película que tirarte a mirar el techo. De repente caés en que, sin darte cuenta, ya superaste todas esas cosas que tanto te asustaban. Y te sentís grande, te sentís completa, te sentís bien. Así, como si no hubiese pasado nada, ya atravezaste todo eso que creías que era imposible y como si fuera poco, estás sana y salva.
Creciste. Simplemente creciste. Y saliste tan increíblemente bien que te sorprende que crecer sea tan fácil.
No, crecer no es fácil, pero acompañada de gente que te quiere, que se preocupa por vos y que te hace ver que no estás sola ni en la peor situación, crecer es menos difícil.

domingo, 1 de junio de 2008

Concepción del Uruguay 2008


Hace casi dos horas el micro en el que volvimos de Entre Ríos llegó a Retiro.
El viaje fue genial, no encuentro otra palabra para describirlo. Todo salió bien, no cambiaría nada.
No voy a contar cada detalle, pero menos mal que fui. Igualmente no puede ser que me tengan que insistir para que haga algo que supuestamente hago o debería hacer por placer, habría que plantearse qué está pasando. Pero en fin, eso es otro tema.
Chicas son increíbles. Gracias por este nacional y por todo, realmente las quiero como a pocas personas.