Y ella, la Tere... Nos hizo de amiga, de mamá, de tía, de confidente. Nos preparó las pizzetas, los tostados, nos vendió los alfajores, los cortados del primer recreo. Con un simple "¿Qué hacés, mamita?" bastaba. Era así, tan ella.
Increíble y doloroso que, así como si nada, alguien venga y nos saque ese lugar. Porque aunque las golosinas, los cafés y la comida siga estando, la magia se perdió. Ese lugar ya no va a ser el lugar de los chicos, lleno de fotos y dibujos. La confitería del histórico, por fin va a ser la confitería del histórico. Un buffet de colegio más... TERE NO SE VA!
