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miércoles, 30 de julio de 2008

Tecnología vs. Anita

Mucha gente tenía Facebook, yo sabía, pero no tenía interés en hacerme uno. De repente Valentina me dice que puso una foto conmigo en el suyo y la quiero ver y no puedo. Supuestamente para verlo tengo que estar registrada. "Bueno, me registro" pensé. Así que me hice una cuentita y ví que mucha más gente de la que yo pensaba tenía una. "Debe tener algo bueno" pensé. Así que empecé a investigar.
No entiendo nada. No sé cómo hacer nada de nada. Alguien que me ayude porque el Facebook me está ganando.

sábado, 26 de julio de 2008

Tere NO se va!

Buffet, cafetería, comedor, cantina, confitería, quiosco. Ninguna de esas palabras puede describir enteramente a ese lugar entre el edificio histórico y el edificio nuevo del Normal 1. Ese espacio, suficientemente grande como para 5 mesas del tamaño de un tablero de ajedrez, un mostrador con golosinas, una cocina chiquitísima y una fila de gente apretada que en los recreos se multiplica, no puede tener otro nombre que "el quiosco de Tere". Es así, es de ella. A lo sumo puede sumarse Herni, pero nadie más. Porque ese espacio dejaría de ser "ese espacio". Porque no hay persona en el colegio que no tenga una anécdota que haya ocurrido ahí. Algunos se rieron, otros lloraron, muchos se escaparon de alguna clase y se refugiaron en ese lugar donde casi todos hacen tiempo para ir a gimnasia o a algún taller. No dudo que haya historias de todo tipo, donde el escenario haya sido ese: romances, peleas...
Y ella, la Tere... Nos hizo de amiga, de mamá, de tía, de confidente. Nos preparó las pizzetas, los tostados, nos vendió los alfajores, los cortados del primer recreo. Con un simple "¿Qué hacés, mamita?" bastaba. Era así, tan ella.
Increíble y doloroso que, así como si nada, alguien venga y nos saque ese lugar. Porque aunque las golosinas, los cafés y la comida siga estando, la magia se perdió. Ese lugar ya no va a ser el lugar de los chicos, lleno de fotos y dibujos. La confitería del histórico, por fin va a ser la confitería del histórico. Un buffet de colegio más...
TERE NO SE VA!

viernes, 18 de julio de 2008

Porque tenemos memoria, exigimos justicia

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Pasteur 633. 18 de julio de 1994. 9:53 hs.

Una fuerte explosión, seguida por un gigantesco hongo de humo y polvo, destruyó 85 vidas, 85 historias, 85 familias.
En cuestión de segundos arrasó con la sede de la organización judía más emblemática de la Argentina y todo lo que estaba a su alrededor.
Pánico. Ambulancias. Gente corriendo. Vidrios rotos cayendo de las ventanas de los edificios, cubriendo toda la calle. Gritos que surgían de la multitud mezclaban historias milagrosas y trágicas casualidades del destino.
Muerte por decenas. Muerte. Muerte. Personas gravemente heridas trasladadas a centros asistenciales. Espontáneamente cientos de voluntarios se hacen presentes para ayudar, para contener, para compartir el llanto.
El mundo hizo escuchar su ira. El gobierno argentino un silencio que dura hasta el día de hoy. La sociedad toda salió a la calle a decir basta.
La comunidad debía reorganizarse. El edificio de la calle Ayacucho 632 comenzó a funcionar como centro de reunión e información sobre las víctimas del atentado y sede de AMIA y DAIA. En poco tiempo las funciones esenciales se reanudaron, en especial las relacionadas con el servicio social.
La comunidad, en medio de tanto dolor, respondía.
85 víctimas fatales. Más de 300 heridos. Un edificio con la historia judía de la Argentina destruido. Una herida abierta que hasta el día de hoy no cierra.

El más horrendo acto antijudío después de la Segunda Guerra Mundial sucedió en la Argentina; en Pasteur 633. Era un 18 de Julio de 1994. 9:53 hs.

"Vehigadeta Lebinjá..." "Y relatarás a tus hijos... a tus semejantes".
"...Ubajarta Bajaím..." "...Y elegirás la vida..."
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http://www.amia.org.ar/article_detail.aspx?aid=79&sid=94&smonth=7&syear=2008

lunes, 19 de mayo de 2008

Se necesita con urgencia una buena lluvia

Las lluvias regulan mi estado de ánimo. No se puede estar bien sin una lluvia cada tanto que te obligue a quedarte en casa, a tirarte en la cama a mirar la nada mientras escuchás el ruido exagerado de las gotas que golpean el techo y del viento que sacude las ventanas. Es indispensable tener esos momentos que te hacen pensar en todas las cosas que te pasan y terminan deprimiéndote y sacándote incontrolables lagrimones. Las lluvias son algo único, tan hermosas como los días de sol, o de mucho frío.
Realmente quiero que llueva. Pero, lejos de ser un capricho de una adolescente que disfruta el escuchar canciones lentas mientras mira como el jardín de su casa se va convirtiendo en un charco grande y verde, este deseo se convierte en necesidad al observar que desde el 12 de abril no hay ni noticias de un chaparrón.
Esto es alarmante, pero más alarmante es la respuesta que recibo de la gente cada vez que hablo del tema: "Uy, hace más de un mes que no llueve...". Sí, hace más de un mes que no llueve, pero no es lo más notable. Hay conflictos entre el campo y el gobierno y, como si fuera poco, las vacas y otros animales se mueren porque no tienen comida. No tienen comida porque no hay pasto, no hay pasto porque no llueve. Estamos en el mes de mayo, pasando mediados de mes y andamos en musculosa y pantalón corto porque ¡la temperatura máxima es de 30 grados!
Señoras y señores, si esto sigue así dentro de un par de años no van a existir las camperas, los buzos y los swéters, porque no los vamos a necesitar. Nos estamos cocinando de a poquito. El calentamiento global avanza de manera desorbitante, pero lo podemos frenar.
Tomemos conciencia.